viernes, 21 de septiembre de 2012

La Cortina de Humo



Recuerdo que cuando estaba en el instituto en una asignatura optativa denominada “Taller de Prensa” , tenía una profesora de lengua española y literatura, a la que se la notaba apasionada e involucrada en el tema, y así era capaz de transmitirnos conocimientos… a pesar de ser funcionaria, y por consiguiente para algunos culpable de la crisis… ahí dejo eso. Dicha profesora cometió el acierto de ponernos en clase una película americana denominada “La Cortina de Humo”, donde gracias a las actuaciones de un gran Dustin Hoffman y un maravilloso Robert De Niro, se contaba como a pocos días de las elecciones un asesor de la casa blanca contrataba a un productor de Hollywood para que juntos gastaran millones en hacer creer a los estadounidenses que había una guerra con Albania, con el único objetivo de desviar la atención de unos supuestos abusos sexuales que habían salpicado al presidente de los Estados Unidos (a veces la realidad supera a la ficción ¿no os parece?).

El caso es que viendo las manifestaciones que han tenido lugar en Cataluña sobre la separación de esta con España  y la radicalización de los discursos nacionalistas, esta película me ha venido a la cabeza. Dicho sea de paso que no creo en nacionalismos, no creo que las diferencias existentes entre las personas se deban a banderas, a fronteras naturales o administrativas o a hablar en idiomas diferentes. Soy más de la opinión, para mi una realidad incuestionable, de que las diferencias las marcan los límites socioeconómicos, el hecho de que desgraciadamente y a pesar de lo que se ha conseguido durante años, y que con la crisis se está destruyendo, la diferencia de unos y otros la marca el tamaño de la cartera, porque al fin y al cabo el dinero puede hacer que se pueda acceder a una calidad educativa mejor,  como a no tener que depender de la incertidumbre de una beca, o a tener una más rápida atención en la sanidad privada siempre y cuando no sea nada grave, por  no mencionar la posibilidad de acceder a una vivienda o a tener una brillante y meteórica carrera política. Y todo esto ocurre, con sus matices, en cualquier país del llamado primer mundo, imaginémonos las diferencias que puede haber en lugares como Sudáfrica.

Ahora bien, independientemente de esto, es llamativo ver la radicalización del discurso independentista, más aún cuando el principal partido de Cataluña, CIU, estaba siendo cuestionado por sus políticas de recorte económico y por inercia de derechos a los ciudadanos. Un partido, que hay que recordar que no puso reparos en apoyar las políticas económicas del PP o del PSOE, políticas que han desembocado en la coyuntura actual. Es mucha casualidad que en plena caída de popularidad del gobierno de la Generalitat, un partido que, a pesar de su ideología nacionalista, siempre había andado en este sentido con pies de plomo, caiga ahora en el discurso populista del “yo soy catalán” al estilo del “yo soy español”. Se escudan en dos cuestiones:

·         La primera masificación de la manifestación del día de la diada, una manifestación, en la que no dudo que hubiera una gran parte de personas entregadas a la causa separatista, pero en la que sin duda la gran diferencia en lo referente a la cantidad  se debe a que muchos fueron como indignados, gente que necesita creer en algo cuando a su alrededor mira con rabia la situación económica, social o política actual, una buena masa fácilmente moldeable por los gobernantes catalanes.

·         La segunda cuestión, es el ya recurrido pacto fiscal, el echo de hacer creer a la población que la situación económica actual de Cataluña se debe a tener que ayudar a los ciudadanos de otros territorios menos favorecidos por la historia o más castigados por una incapacidad de sus gobernantes. En vez de hacer autocrítica y entender que no se debe a un tema de mayor o menor solidaridad sino a un tema de mala gestión de los fondos públicos. En este sentido, amén que le pese a Arthur Mas no se diferencian mucho del resto de políticos de España, teniendo siempre en cuenta por mi parte que las generalizaciones son odiosas.

¿Qué quiero demostrar con esto? Pues ni más ni menos que a los políticos catalanes, les cuesta, al igual que a los del resto de España, hacer autocrítica y mirar para otro lado que no sea el indicado por los Bancos alemanes, es decir que no sea la política de ajuste. Prefieren correr una cortina de humo, como es el discurso nacionalista, con el que desviar la atención de la gente, mientras siguen aplicando políticas en detrimento de las clases bajas, y así utilizar el populismo como flotador para seguirse perpetuando en el poder. 

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